El camino de las almas es el Sendero Circular
de la Conciencia. Para entender esto es necesario estudiar y conocer el
ciclo circular de la involución y la evolución. En Teosofía y en otras escuelas
serias de esoterismo, como la Fraternidad Rosacruz y ciertos movimientos
Gnósticos, se estudia el mecanismo de la Vida a través de los ciclos de
Manifestación y Reposo, y de Involución y Evolución, con lo cual surge LA
CONCIENCIA, siempre en perpetua regeneración. Como ya hemos dicho, no es este
el sitio para abordar en detalle los conocimientos esotéricos, pero sí para
esbozar ideas aportando algunos conceptos claros y claves, que inclusive a los
estudiosos puedan servir.
En cuanto al ciclo circular de la
conciencia, si imagináis un círculo, la primera mitad de la circunferencia, en
descenso, sería el ‘ciclo involutivo’ del Espíritu (no porque la Vida
involucione, en el sentido de retroceder, sino porque el Espíritu ‘desciende’ a
la materia). Durante este ‘descenso’ el Espíritu se va densificando cada vez
más hasta llegar hasta el área más densa y sólida posible del descenso. El
descenso completo cubre la mitad del círculo; la otra mitad del círculo
corresponde al proceso ascendente o evolutivo, donde el Espíritu, que había
tomado expresión en innumerable cantidad de formas vivientes materiales,
comienza a sutilizarse cada vez más, viajando esta vez en ‘ascenso’, desde la
diversidad de las formas, hacia la Unidad de su propia naturaleza espiritual.
Esta explicación, simple y
sintética, permite obtener una idea de lo que debiera ser un estudio más
detallado, pero basta con el concepto básico para apoyar la idea que hemos de
expresar ahora.
Durante el ciclo involutivo (o ciclo
descendente y de densificación de la Vida Divina), la Divinidad Indivisible
expresa multiplicidad, emanando primeramente “chispas divinas” en innumerable
cantidad. Esas ‘chispas espirituales’ o ‘mónadas’ (Espíritus Virginales) viajan
hacia la densificación de la Materia impulsadas por el Propósito Divino, (que
emana del Logos). Tal Propósito las mueve a ‘experimentar’. Esto determina que
esas “Chispas espirituales” recorran, durante su viaje circular, experiencias
muy variadas a través de formas de vida mineral, vegetal y animal, hasta llegar
al reino humano (el 4° reino).
El ‘receptáculo’ donde se irá
vertiendo el resultado de las experiencias de los distintos reinos y mundos, en
forma de ‘cualidades obtenidas’, es lo que llamamos “ALMA”. Es importante que
el estudiante asimile este concepto.
En los reinos infrahumanos el receptáculo
de la conciencia va acopiando experiencias grupales de entidades vivientes. Es
decir que en el receptáculo álmico, conectado a una Mónada o Chispa, se irá
volcando, primero, el resultado de las experiencias de grandes masas de
minerales, luego de especies numerosas de vegetales, y posteriormente de grupos
de especies animales. (Por supeusto, esto lleva miles de millones de años).
Lo
que estamos explicando es que la Chispa Espiritual comienza su viaje ‘recogiendo
cualidades’ en el receptáculo álmico
en forma general y grupal, viajando “de especie en especie” (no ‘de individuo
en individuo’, porque la individualidad aun no ha venido a la existencia).
En los reinos infrahumanos (mineral,
vegetal y animal) aún la UNIDAD no se ha velado totalmente, por eso las
experiencias aún son grupales; pero cuando el arco descendente llega a su mayor
densificación, en la forma humana, la UNIDAD de la Vida Divina termina por
velarse completamente, surgiendo así, paralelamente, la INDIVIDUALIDAD. A
partir de allí cada Chispa espiritual que ha surcado su viaje por los reinos de
vida menores, estará unida a una sola entidad viviente: “un ser humano”.
En el ser humano nace la autoconsciencia
individual, es decir, nace el yo consciente, pero se vela la
Unidad, se vela el Espíritu, el cual deberá ser recuperado conscientemente a
través del recorrido por el arco ascendente o evolutivo.
El ser humano representa el punto
medio entre le arco involutivo y el arco evolutivo en el Gran Círculo de
Manifestación de la Vida. En el punto más elevado, (el Origen, la Fuente), la
Unidad de la Vida es completa, total; mientras que en el punto más bajo existe
la mayor densidad material, donde la Unidad se ha perdido, por la bruma
material.
En el pasado existieron razas
humanas que aún estaban viajando por el arco descendente. La raza Lemur (la
tercera, aunque podría considerarse la 1°, o bien la raza embrionaria de futuros
verdaderos hombres), aún viajaba por la Cadena Terrestre en descenso; es decir
que esta era una raza que aún no había alcanzado su mayor densitud material. El
hombre Lemur era aún una entidad en formación, y no había perdido totalmente su
contacto con la Vida Divina de unidad (por eso se dice que poseía un solo ojo
de visión espiritual, antes que nacieran los 2 ojos físicos). El hombre de esta
raza era vidente por naturaleza (no ‘clarividente’, porque no era consciente de
lo que veía), pero no poseía mente, intelecto, lo cual recibió,
incipientemente, al final de su Época.
Algunos estudiosos consideran que el
hombre aparece realmente recién en la 4° Raza, la Atlante. En esta raza, el
hombre, aunque aún primitivo, ya estaba completo (en cuanto a sus cuerpos
inferiores). Poseía un cuerpo físico, un cuerpo de deseos, y mente intelectual
(aunque en los inicios de su desarrollo). En la 4° Raza el hombre alcanzó su
mayor densitud material, y con ello, su mayor egocentrismo; perdió así el
paraíso de la Unidad del Espíritu, (aunque quedaron, en parte esta raza,
vestigios de capacidad de videncia, como remanentes de la anterior raza, Lemur).
A partir de este punto medio, en la
4° Raza, la de mayor densitud material, todo le quedaría al ser humano para ir
escalando por el arco ascendente o evolutivo, conquistando conciencia, para
llegar así, a través de la elevación vibracional, hacia la Fuente, hasta
recuperar la Unidad perdida (“el Tesoro perdido”). La diferencia con el hombre
Lemur, el cual tenía contacto con la Vida Una, estaría dado en que la Unidad
esta vez se recuperaría en forma “consciente”, es decir que la Evolución por el
arco ascendente es UN VIAJE AUTOCONSCIENTE HACIA LA UNIDAD.
La Raza Aria, la 5°, es ya un primer
paso claro hacia adelante en la escalada evolutiva, y con ello el sendero
significa ir superando la separatividad y el egocentrismo, poco a poco, a
consciencia, hasta alcanzar ‘aquel pico montañoso’ desde donde la Vida Divina
se había precipitado en descenso.
Escalar hacia la Unidad en forma
consciente, llevando de regreso todas las cualidades adquiridas en el viaje
circular por los mundos de las formas, es el Secreto de la Vida.
El Logos emitiendo está “Su Nota”,
como ‘llamado’ a las almas, para el Retorno al Hogar… Un grupo de almas
“escucha”…, otros grupos de almas aún duermen en el hipnotizante mundo de los deseos
y los sentidos…, sin escuchar “La Voz que Llama”.
Meditar en estos temas podrá abrir
puertas de comprensión a quienes profundicen en su viaje reflexivo.
“El
camino del alma es el sendero circular de la Conciencia”, fue la afirmación
primera en esta transmisión. Quédese el estudiante con ese concepto y ahonde
allí…
Con esto cerramos una serie más de
escritos inspiradores sobre “el alma”.
Ha sido un honor compartir
enseñanzas con las almas, que en el Viaje Circular de la Conciencia se
encuentran, regresando al Corazón de la Vida Celestial Universal.
Que la Paz os cubra, y el Amor os nutra
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