jueves, 16 de abril de 2015

10- EL CAMINO DEL ALMA. Parte IX: “El Gran Viaje Circular de las Chispas”



            El camino de las almas es el Sendero Circular de la Conciencia. Para entender esto es necesario estudiar y conocer el ciclo circular de la involución y la evolución. En Teosofía y en otras escuelas serias de esoterismo, como la Fraternidad Rosacruz y ciertos movimientos Gnósticos, se estudia el mecanismo de la Vida a través de los ciclos de Manifestación y Reposo, y de Involución y Evolución, con lo cual surge LA CONCIENCIA, siempre en perpetua regeneración. Como ya hemos dicho, no es este el sitio para abordar en detalle los conocimientos esotéricos, pero sí para esbozar ideas aportando algunos conceptos claros y claves, que inclusive a los estudiosos puedan servir.
            En cuanto al ciclo circular de la conciencia, si imagináis un círculo, la primera mitad de la circunferencia, en descenso, sería el ‘ciclo involutivo’ del Espíritu (no porque la Vida involucione, en el sentido de retroceder, sino porque el Espíritu ‘desciende’ a la materia). Durante este ‘descenso’ el Espíritu se va densificando cada vez más hasta llegar hasta el área más densa y sólida posible del descenso. El descenso completo cubre la mitad del círculo; la otra mitad del círculo corresponde al proceso ascendente o evolutivo, donde el Espíritu, que había tomado expresión en innumerable cantidad de formas vivientes materiales, comienza a sutilizarse cada vez más, viajando esta vez en ‘ascenso’, desde la diversidad de las formas, hacia la Unidad de su propia naturaleza espiritual.
            Esta explicación, simple y sintética, permite obtener una idea de lo que debiera ser un estudio más detallado, pero basta con el concepto básico para apoyar la idea que hemos de expresar ahora.
            Durante el ciclo involutivo (o ciclo descendente y de densificación de la Vida Divina), la Divinidad Indivisible expresa multiplicidad, emanando primeramente “chispas divinas” en innumerable cantidad. Esas ‘chispas espirituales’ o ‘mónadas’ (Espíritus Virginales) viajan hacia la densificación de la Materia impulsadas por el Propósito Divino, (que emana del Logos). Tal Propósito las mueve a ‘experimentar’. Esto determina que esas “Chispas espirituales” recorran, durante su viaje circular, experiencias muy variadas a través de formas de vida mineral, vegetal y animal, hasta llegar al reino humano (el 4° reino).
            El ‘receptáculo’ donde se irá vertiendo el resultado de las experiencias de los distintos reinos y mundos, en forma de ‘cualidades obtenidas’, es lo que llamamos “ALMA”. Es importante que el estudiante asimile este concepto.
            En los reinos infrahumanos el receptáculo de la conciencia va acopiando experiencias grupales de entidades vivientes. Es decir que en el receptáculo álmico, conectado a una Mónada o Chispa, se irá volcando, primero, el resultado de las experiencias de grandes masas de minerales, luego de especies numerosas de vegetales, y posteriormente de grupos de especies animales. (Por supeusto, esto lleva miles de millones de años).
Lo que estamos explicando es que la Chispa Espiritual comienza su viaje ‘recogiendo cualidades’ en el receptáculo álmico en forma general y grupal, viajando “de especie en especie” (no ‘de individuo en individuo’, porque la individualidad aun no ha venido a la existencia).
            En los reinos infrahumanos (mineral, vegetal y animal) aún la UNIDAD no se ha velado totalmente, por eso las experiencias aún son grupales; pero cuando el arco descendente llega a su mayor densificación, en la forma humana, la UNIDAD de la Vida Divina termina por velarse completamente, surgiendo así, paralelamente, la INDIVIDUALIDAD. A partir de allí cada Chispa espiritual que ha surcado su viaje por los reinos de vida menores, estará unida a una sola entidad viviente: “un ser humano”.
            En el ser humano nace la autoconsciencia individual, es decir, nace el yo consciente, pero se vela la Unidad, se vela el Espíritu, el cual deberá ser recuperado conscientemente a través del recorrido por el arco ascendente o evolutivo.
            El ser humano representa el punto medio entre le arco involutivo y el arco evolutivo en el Gran Círculo de Manifestación de la Vida. En el punto más elevado, (el Origen, la Fuente), la Unidad de la Vida es completa, total; mientras que en el punto más bajo existe la mayor densidad material, donde la Unidad se ha perdido, por la bruma material.

            En el pasado existieron razas humanas que aún estaban viajando por el arco descendente. La raza Lemur (la tercera, aunque podría considerarse la 1°, o bien la raza embrionaria de futuros verdaderos hombres), aún viajaba por la Cadena Terrestre en descenso; es decir que esta era una raza que aún no había alcanzado su mayor densitud material. El hombre Lemur era aún una entidad en formación, y no había perdido totalmente su contacto con la Vida Divina de unidad (por eso se dice que poseía un solo ojo de visión espiritual, antes que nacieran los 2 ojos físicos). El hombre de esta raza era vidente por naturaleza (no ‘clarividente’, porque no era consciente de lo que veía), pero no poseía mente, intelecto, lo cual recibió, incipientemente, al final de su Época.
            Algunos estudiosos consideran que el hombre aparece realmente recién en la 4° Raza, la Atlante. En esta raza, el hombre, aunque aún primitivo, ya estaba completo (en cuanto a sus cuerpos inferiores). Poseía un cuerpo físico, un cuerpo de deseos, y mente intelectual (aunque en los inicios de su desarrollo). En la 4° Raza el hombre alcanzó su mayor densitud material, y con ello, su mayor egocentrismo; perdió así el paraíso de la Unidad del Espíritu, (aunque quedaron, en parte esta raza, vestigios de capacidad de videncia, como remanentes de la anterior raza, Lemur).
            A partir de este punto medio, en la 4° Raza, la de mayor densitud material, todo le quedaría al ser humano para ir escalando por el arco ascendente o evolutivo, conquistando conciencia, para llegar así, a través de la elevación vibracional, hacia la Fuente, hasta recuperar la Unidad perdida (“el Tesoro perdido”). La diferencia con el hombre Lemur, el cual tenía contacto con la Vida Una, estaría dado en que la Unidad esta vez se recuperaría en forma “consciente”, es decir que la Evolución por el arco ascendente es UN VIAJE AUTOCONSCIENTE HACIA LA UNIDAD.

            La Raza Aria, la 5°, es ya un primer paso claro hacia adelante en la escalada evolutiva, y con ello el sendero significa ir superando la separatividad y el egocentrismo, poco a poco, a consciencia, hasta alcanzar ‘aquel pico montañoso’ desde donde la Vida Divina se había precipitado en descenso.
            Escalar hacia la Unidad en forma consciente, llevando de regreso todas las cualidades adquiridas en el viaje circular por los mundos de las formas, es el Secreto de la Vida.
            El Logos emitiendo está “Su Nota”, como ‘llamado’ a las almas, para el Retorno al Hogar… Un grupo de almas “escucha”…, otros grupos de almas aún duermen en el hipnotizante mundo de los deseos y los sentidos…, sin escuchar “La Voz que Llama”.

            Meditar en estos temas podrá abrir puertas de comprensión a quienes profundicen en su viaje reflexivo.

            “El camino del alma es el sendero circular de la Conciencia”, fue la afirmación primera en esta transmisión. Quédese el estudiante con ese concepto y ahonde allí…

            Con esto cerramos una serie más de escritos inspiradores sobre “el alma”.
            Ha sido un honor compartir enseñanzas con las almas, que en el Viaje Circular de la Conciencia se encuentran, regresando al Corazón de la Vida Celestial Universal.



Que la Paz os cubra, y el Amor os nutra




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